
Orianna se siente sola. Acaba de llegar a España, por su puerta más ostentosa, grande y en cierto modo fría : el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid . Aún no lo sabe, pero, hay una cosa que tiene que conseguir ,
la residencia por arraigo laboral.
Ahora mismo, su única meta, su obsesión es la de buscar trabajo. Hasta ahora siempre ha tirado hacia adelante, aunque de modo temporal y precario.
Buscar trabajo en España, se había convertido, en sí mismo, en un trabajo. Los periódicos decían, que la crisis había terminado, pero a Orianna, nadie se lo había dicho. A pesar de esto, desde hacía poco más de un año, trabajaba en casa de una familia, que le había hecho contrato. Esto le permitía mirar la vida con algo más de optimismo.
Orianna, fue madurando la idea de emigrar a España, animada por las promesas de su prima . Para ella, el salto desde Colombia implicaba un cambio de vida, mentalidad, gran cantidad de gestiones, papeles que se amontonan en su mente y su ansiedad antes que en la mesa del comedor. Finalmente se había decidido a dar el salto. Para ella, todo era nuevo, y todo era raro. Incluso su prima, no le parecía la de siempre. Lo primero que le había dicho, era que tenía que empadronarse. ¿ Empadronarse ?¿ Para qué? No le apetecía nada tener que ir a hacer ese trámite, pero su prima había insistido . Decía, que quizá, algún día, le sería de utilidad. Orianna no dijo nada, y se limitó a obedecer. Algún día te será de utilidad, le había dicho. Ese día, había llegado.
Cuando le pidieron algún tipo de documento, con el que acreditar
la residencia en España,
Orianna, sacó el padrón. Era uno, pero no el único, de los requisitos para el arraigo, en su caso, arraigo laboral.Ya le había sido de utilidad con anterioridad cuando se lo pidieron en la Seguridad Social a la hora de conseguir su tarjeta sanitaria. Una amiga le había dicho, que a ella también se lo habían pedido para canjear su permiso de conducir, pero ese no era su caso. Con el padrón pudo acreditar que llevaba más del tiempo mínimo exigido para el arraigo laboral, tiempo que era de dos años. Ella lo cumplía con creces.
Orianna, dejó sobre la mesa una carpeta , en la que solía guardar toda la documentación que le parecía relevante. La abrió, y sacó de ella su certificado de antecedentes penales . Le había parecido humillante que se lo pidieran, a ella, que nunca se había portado mal con nadie, pero sus abogados de extranjería, le habían comentado, que se lo pedirían .
Metió la mano en su bolso, y buscó su pasaporte. Ahí estaba. Al fondo, como siempre. Hacía medio año que lo había renovado. Había tenido que perder un día, para ir al consulado de su país, pero había que hacerlo. Como bien sabía, tener el pasaporte en regla, era otro de los requisitos.
Juntó todos los documentos, el pasaporte en regla, el certificado de empadronamiento, para demostrar el tiempo que llevaba viviendo en España, el certificado de antecedentes penales, y el contrato de trabajo, el cual, venía junto con una resolución administrativa de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social.
Esperó su turno. Se encontraba en la Delegación del Gobierno de su ciudad. Este era el sitio, al que debía dirigirse . Sabía, que en cuanto le concediesen el arraigo laboral, éste, tendría una validez de un año, pudiendo renovarse al cumplir ese tiempo. En ese momento,
podría trabajar legalmente en España,
además de obtener el ansiado permiso de trabajo. También le habían dicho, que este tipo de arraigo, era el menos solicitado, si bien, tenía alguna ventaja frente, a por ejemplo, el arraigo social, en el que se piden tres años de permanencia continuada en España, frente a los dos de su caso.
Le había costado, pero finalmente, ese momento de estabilidad, parecía haber llegado.