Orden de expulsión

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Orden de expulsión. ¿Me van a tramitar una orden de expulsión? ¿ Me pueden deportar? A pesar de que no era la primera vez que Seydou estaba en una comisaría,el hecho de no tener papeles, hacía posible que las preguntas que se hacía en su cabeza, fueran una realidad cada día . Desde que había dejado Tambacounda, en el este de Senegal, y había conseguido, tras saltar la valla, entrar en Melilla, había estado varias veces.

Tras su estancia en el Centro de estancia temporal de Inmigrantes, había sido trasladado a la península, donde había inciado su periplo por la misma, hasta que logró reunirse con un familiar en una pequeña población del interior.

Los agentes le pidieron a Seydou su documentación. Seydou colaboró. Siempre lo hacía. Le habían dicho, que ir con el pasaporte, para poder acreditar su identidad, no sólo era recomendable, sino también obligatorio. Sacó su pasaporte, de un pequeño bolso que llevaba colgando, y se lo entregó al policía. Volvió a meter la mano, y sacó además, su certificado de empadronamiento. Le habían insistido en que se empadronase. Seydou se dió cuenta, de que gracias a ese papel, podía probar desde cuando estaba viviendo en España.

El funcionario introdujo los datos de Seydou en el ordenador. Así, pudo comprobar, que sobre él pesaba una orden de expulsión. Levantó los ojos del ordenador, y le dijo, – ¿ sabes que tienes una orden de expulsión? Seydou puso cara de no haber entendido nada, pero le había entendido perfectamente. El policía le volvió a repetir la pregunta, a lo que Seydou asintió .

Deportación. ¿Me pueden deportar?

Para él, la escena , no era nueva . Conocía sus derechos. Sabía, que tenían que decirle por qué le habían detenido, además de tener que avisar a un familiar o amigo, según él les indicase, y también que tenía derecho a no declarar ante la policía. Igualmente, conocía sus obligaciones. Ya se había identificado, además de comunicar su dirección. Los agentes ya habían comprobado en el ordenador cuál era su situación en España.

Pensó, que había dos posibilidades, o bien recibía una multa, hecho más probable y generalizado, o bien, se le expulsaba del país. Su caso no era grave. Además, su abogada había explicado perfectamente sus circunstancias. Era muy probable que se librase de la expulsión, pero, Seydou sabía, que pese a ello, el procedimiento no se detenía, sino que seguía adelante.

Comunicó a la policía el nombre de su abogada . Tenía que avisarle lo antes posible. Tan sólo tenía entre 48 horas y 15 días , para presentar alegaciones explicando su caso. Dependía, de si el procedimiento era preferente u ordinario .Él no sabía que plazo le correspondía, pero no quiso arriesgarse a perder el tiempo. Recordaba, que su anterior expediente, había sido ordinario, lo cual, era mejor, ya que, en el preferente, lo más habitual era la expulsión forzosa e inmediata del país.

Evitar la expulsión de España

Su abogada le conocía perfectamente. Sabía que tendría que moverse rápido. Había muchas cosas que su abogada sabía de él. Por si acaso, cada vez que se veían le hacía preguntas, por ver si algo había cambiado. Ya sabía cuándo había entrado en España y cómo lo había hecho, además de saber que tenía una orden de expulsión, la cual, estaba recurrida. Su abogado le preguntaría, y él le respondería a todo que no. No tenía un contrato de trabajo, no tenía un alquiler a su nombre, ni había hecho ningún curso . Únicamente, desde la última vez que se habían visto, se había apuntado a una asociación senegalesa. ¿ Importaba?

Cuéntame cualquier cosa, que creas que puede ayudar. Esas eran las palabras que le había dicho su abogada, cuando se enfrentó a la primera orden de expulsión, y que ahora retumbaban en su cerebro. Le diría lo de la asociación. No tenía nada que perder.